El pasado 09/10 de mayo de 2010 los ministros de finanzas de la Unión Europea junto con el FMI (Fondo Monetario Internacional) adoptaban una medida inédita tanto por su celeridad como por su cuantía. El mecanismo de estabilización europea, un plan de 750.000 millones de euros para ganar tiempo y evitar el contagio de la crisis Griega a Portugal y España. Un plan enmascarado “para salvar al euro” y que de paso salvaba a los bancos franceses, alemanes, españoles, estadounidenses… tenedores finales de la deuda soberana emitida por los países de la Eurozona en riesgo de contagio.
Dado el elevado déficit público, altas tasas de desempleo y decrecimiento económico (PIB) de algunos países de la Eurozona, el mercado pedía más rentabilidad por asumir su riesgo de crédito y seguir prestándoles dinero.
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